Dependencia Emocional La dependencia emocional se produce cuando el sujeto sufre un continuo y desorbitado apego hacia su compañero sentimental, existiendo gran necesidad de recibir cariño (enlace emocional).

Podemos definirla como un esquema fijo a la hora de tener demandas afectivas que no han funcionado, buscando de manera obsesiva su resolución a través de relaciones demasiado forzadas. Normalmente, esta desesperada búsqueda suele fracasar o estar en un estado de equilibrio precario que suele romperse con facilidad.

Al igual que sucede en otras adicciones, como en las que se producen por sustancias, la dependencia emocional funciona a través del refuerzo positivo, que termina por producir dependencia psicológica del sujeto sin que exista diferenciación por razón de sexo (en algunos casos los hombres intentan ocultar el problema al verse más débiles por ese vínculo patológico que no son capaces de controlar).

Aunque muchas veces esta situación pueda ser transitoria, lo más habitual es que el patrón de dependencia emocional en el sujeto se observe a lo largo de su vida y con las diferentes parejas que tenga. Esta dependencia sentimental no hace referencia a motivos materiales (como podría ser una dependencia de tipo económico), sino que alude a la necesidad de amor y vínculo afectivo. Las personas que la sufren tienen un gran miedo a estar solas y no pueden concebir su vida si no es al lado de una pareja sentimental, sea cual sea.

Resulta significativo que muchas de las personas que son dependientes emocionales buscan parejas con un carácter dominante, con un perfil psicológico que tiende hacia el egoísmo y el narcicismo, posesivas, autoritarias y déspotas. En algunos casos, el dependiente emocional refiere haber sufrido algún tipo de maltrato físico o psicológico por parte de su pareja, lo cual no resulta extraño teniendo en cuenta este perfil: el dependiente emocional tiende a desarrollar una relación de verdadera sumisión hacia su cónyuge, idealizándolo.

La persona afectada es capaz de reconocer el maltrato y el menosprecio que sufre a diario, pero no tiene la capacidad para dejar de estar ‘enganchada’ a su pareja. Pide perdón incluso por cosas que no han hecho, con el fin de mostrarse tierno y sumiso ante su pareja, intentando ganar su aprobación y amor. También pueden gastarse mucho dinero en regalos y en general mantendrán una actitud de atenciones y gestos con los que tener contenta a la pareja y satisfacerla en todo momento.

Aunque este tipo de personas también puede desarrollar este patrón de relación con amigos, la intensidad del vínculo emocional será mucho menor que con la de su pareja sentimental.

¿Cómo son las relaciones sentimentales de una persona emocionalmente dependiente?

Las relaciones sentimentales de una persona emocionalmente dependiente suelen ser:

  • Buscan desesperadamente la aprobación de todos los que le rodean. Aunque la mayor intensidad de esa necesidad suele centrarse en sus relaciones más estrechas -como su pareja-, los dependientes emocionales están siempre preocupados por resultar simpáticos o agradables a cualquier persona. Esto suele provocar pensamientos obsesivos sobre su pertenencia o rechazo a un determinado grupo -compañeros de trabajo, amigos de un determinado entorno…-, excesiva preocupación en su aspecto externo o exigencias para ser escuchado y querido.
  • La característica de sus relaciones ha de ser exclusiva, comportándose en muchos casos como verdaderos parásitos del compañero al que se vincula emocionalmente. Este tipo de relaciones hace que la otra persona sienta un molesto grado de invasión a su intimidad, resultando verdaderamente agobiante y suele generar bastante tensión e incluso rupturas al no poder soportar la presión permanente. La necesidad constante a la hora de demandar atención y afecto resultan siempre insuficientes para estas personas, exigiendo que desaparezca la vida privada de la otra persona para estar más tiempo juntos. Este patrón es muy parecido al del apego ansioso tal y como describía Bowlby en sus trabajos (miedo permanente en la separación de la figura vinculada, como por ejemplo, la de un hijo y su madre, con protestas exageradas cuando se separa, aferrándose excesivamente). Este apego ansioso o ansiedad de separación está relacionado con psicopatologías en los adultos como la agorafobia o la depresión y de manera secundaria con el comportamiento antisocial. Pero es importante puntualizar que aunque los dependientes emocionales siempre presentan el apego ansioso, no sucede al contrario, ya que la ansiedad de la separación puede suceder por motivos diferentes como la indefensión o no tener capacidades objetivas para el desarrollo de la vida normal.
  • El deseo de tener pareja es tan grande que se crean unas expectativas desorbitadas cuando comienzan una relación. De hecho, es únicamente en esta fase del inicio de sus relaciones cuando los emocionalmente dependientes encuentran la felicidad, ya que existe la posibilidad -aunque sea remota y claramente irreal- de que se cumplan sus deseos.
  • Adoptan una posición de sometimiento en la relación, que pasa a ser patológicamente asimétrica. Con la intención de ofrecer la mejor opción a sus parejas y complacerles en todo, los dependientes emocionales son capaces de degradarse con tal de mantener dicha relación. Su pobre autoestima hace que normalmente se elijan parejas que los humillan, llegando incluso al maltrato psicológico o físico: todo esto es gustosamente aceptado como un medio con tal de mantener esa relación al precio que sea.
  • La mayor catástrofe que puede pasarles en sus vidas es la ruptura sentimental, vivido como un trauma tremendo, insolucionable, llegando incluso a desembocar en un episodio depresivo (sociotropía). Pero paradójicamente, tras terminar con sus parejas suelen embarcarse con mucha rapidez e intensidad en otras relaciones. Este tipo de personas suelen tener un gran historial de rupturas y nuevas tentativas de formar parejas.
  • Tienen falta de habilidades sociales, una baja autoestima y una carencia de asertividad. Su visión de las relaciones les hace ser tremendamente egocéntricos, centrándose únicamente en sus necesidades y olvidando las de los demás.

¿Cuáles son las causas de la dependencia emocional?

Casi siempre el origen está en una pobre autoestima que hace que el dependiente emocional tenga una visión de si mismo totalmente negativa. Los sentimientos de inferioridad y culpabilidad suelen ser constantes y no se reconocen a sí mismos ante ningún halago, venga de quien venga (incluso si viene de su propia pareja, de la que pueden aceptar de buen grado todo tipo de menosprecio).

En esta dinámica patológica, las humillaciones de las parejas de los dependientes emocionales suelen incrementarse, llevándolos a la total sumisión (que de hecho es fomentada y aceptada por los dependientes emocionales). Esta dominación se sigue incrementando mientras que a la vez la autoestima y dignidad del sujeto emocionalmente dependiente sigue disminuyendo, entrando en un círculo vicioso. Aún así, este tipo de relación no suele durar en el tiempo, pero el dependiente emocional intentará volver desesperadamente y las veces que hagan falta con su pareja, emulando el patrón de conducta de un drogadicto. Si se llega a la ruptura total, el sujeto vivirá una especie de un síndrome de abstinencia emocional que puede originar graves consecuencias.

¿Puede la psicoterapia solucionar la dependencia emocional?

Aunque no suele ser fácil, al no reconocerse este problema, este tipo de dolencia requiere una psicoterapia imprescindible y urgente con el principal objetivo de romper el vínculo emocional con la pareja. En caso de continuar, la espiral de este tipo relaciones suele tener resultados funestos, ya que de las humillaciones y menosprecios se evoluciona al maltrato psicológico y de ahí al maltrato físico.

Repitiendo el mismo patrón que sucede con otras adicciones, la condición imprescindible del comienzo de la terapia es el reconocimiento incondicional del paciente ante la situación, cosa que será muy complicada ya que se esgrimirán todo tipo de justificaciones para mantener la relación y no darse cuenta de la verdadera situación («en realidad me quiere mucho», «es su forma de querer», «no lo conocéis como yo», «tiene sus defectos, pero también muchas virtudes»…).