Terapia Familiar

 

La Terapia Familiar es una vertiente de la psicoterapia que está ideada para ayudar a los componentes de la familia de manera conjunta a la hora de solucionar problemas de comunicación y otras dificultades que pueden surgir en este entorno. Al establecerse una convivencia diaria, normalmente surgen conflictos, que pueden ser puramente organizativos o bien de una índole más profunda -tolerancia, aceptación, etc-.

 

 

 

 

Algunos de los temas recurrentes en la Terapia familiar son:

  • Respetar la intimidad (espacio vital).
  • Mejorar la comunicación en todos los niveles (en todas direcciones y sentidos).
  • Establecimiento de normas y reglas de convivencia (tanto en relaciones verticales -padre/hijos- como en horizontales -entre hermanos-).
  • Superar momentos de estrés y enfrentamientos, tanto durante la intervención como posteriormente.
  • Controlar las explosiones de ira (normalmente producidas por una sensación de comunicación deficiente).

Este tipo de intervención requiere la participación de todos los miembros familiares, aunque podría comenzar con los que estuvieran más dispuestos, para luego ir paulatinamente incluyendo a todos. En la evolución de este tipo de psicoterapia se mejorarán no solo los conflictos de pareja en este ámbito, sino también con los hijos o bien con otras personas que también tengan una estrecha relación con el núcleo familiar. Actualmente, la gran diversidad de familias (nucleares, monoparentales, homoparentales, reconstruidas, etc.) requiere un ajuste muy preciso en la actuación, evaluando todos los condicionantes particulares de cada una de estas categorías. Otros de los temas en este tipo de intervención es la gestión de la economía familiar, enfrentamientos entre familiares más o menos cercanos (con mayor o menor intimidad), la adicción -con o sin sustancia- de alguno de los miembros o el enfrentamiento a una enfermedad mental de alguien de la familia.

La unidad familiar puede ser de gran ayuda en la gestión de una red de apoyo en patologías graves (psicológicas, adicciones…) y resultar de gran ayuda para el psicoterapeuta. En caso de surgir uno de estos casos, además de la Terapia familiar es necesaria la psicoterapia individual para el miembro que padezca ese trastorno concreto.

¿Qué podemos esperar de la Terapia Familiar?

Hay que asumir el planteamiento que el todo no es necesariamente la suma de las partes, y por ello una familia establecida tiene sus propias características más allá de las individuales de aquellos que la forman. Este grupo tiene sus propias fortalezas y debilidades, que han de explorarse para ir solucionando las carencias y potenciando las mejores características para la relación familiar resulte armoniosa y satisfactoria para todos.

Aunque alguien de la familia tenga la capacidad para enfrentarse a un problema particular, resulta muy recomendable que muchos de los problemas que se presenten sean abordados y gestionados no de manera individual, sino de manera colectiva. De igual forma, podemos diferenciar los conflictos que atañen a cada miembro (una depresión) o que atañen a la familia completa (falta de comunicación entre algunas partes, conflictos en el sustento económico o en la vivienda habitual…). En este sentido, es importante reconocer los roles en la familia, siendo un método bastante acertado para reconocer los problemas (cuidado de los otros, falta de confianza, etc.). La comunicación eficaz (empatía, escucha activa evitando juicios prematuros) en cualquier caso, ha de ser lo más fluida posible entre toda la familia.

Pero, como sucede en todas las modalidades de psicoterapia -y en este caso de manera mucho mayor al ser un trabajo conjunto y varios los componentes de la intervención- los problemas no se arreglan inmediatamente, sino que requieren de un trabajo continuado para ir cambiando progresivamente los malos hábitos y sustituirlos por otros adecuados, mejorando así las relaciones familiares.