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¿Qué es la autoestima y cómo se forma?

publicado en: Psicología y Salud Sevilla | 2

La autoestima es la evaluación o juicio que hacemos sobre nosotros, sobre nuestra valía. En otras palabras más simples, es nuestro amor propio. Un conjunto de valoraciones, pensamientos y sentimientos en lo que respecta a nuestro yo interior y exterior. Es un cúmulo de experiencias de nuestras relaciones con el mundo y con nuestros propios objetivos. Si la examinamos, veremos que la autoestima surge de la capacidad de apreciarse a uno mismo en su justa medida, saber identificar sus puntos fuertes y sus puntos débiles, y poder estar razonable orgulloso de aquellos y tolerante con éstos.

Por lo tanto, esto implica poder querer lo que uno es verdaderamente, de manera estable. La autoestima surge también de la posibilidad de alcanzar los objetivos que uno se pone, a condición de que sean posibles y motivantes, y no imposibles y aplastantes. Para poder sentirse a gusto consigo mismo la distancia entre lo que uno es y lo que uno quisiera ser debe de ser estimulante, no infranqueable. De allí vienen las frases tales como “donde poner el listón” o “estar a la altura”. Si el listón está demasiado alto, es una fuente de frustración constante, si está demasiado bajo el aburrimiento prevalece.

Muchas veces confundimos la autoestima con el autoconcepto. Antes que nada decir que, no son lo mismo, pero sí tienen relación, del mismo modo que lo tienen ambos con la autodefinición. El autoconcepto es la imagen que tenemos de nuestros rasgos y capacidades, es una creación cognoscitiva, consciente, de lo que podemos llegar a hacer. Por otro lado, tenemos la autodefinición que es el conjunto de características que se usan para describirse a uno mismo. De estos tres conceptos, la autoestima es el término con mayor carga emocional y afectiva.

Las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos, aquellas cualidades, capacidades, modos de sentir o de pensar que nos atribuimos, conforman nuestra “imagen personal” o “autoimagen”. La “autoestima” es la valoración que hacemos de nosotros mismos sobre la base de las sensaciones y experiencias que hemos ido incorporando a lo largo de la vida. Nos sentimos listos o tontos, capaces o incapaces, nos gustamos o no. Esta autovaloración es muy importante, dado que de ella dependen en gran parte la realización de nuestro potencial personal y nuestros logros en la vida. De este modo, las personas que se sienten bien consigo mismas, que tienen una buena autoestima, son capaces de enfrentarse y resolver los retos y las responsabilidades que la vida plantea. Por el contrario, los que tienen una autoestima baja suelen autolimitarse y fracasar.

Cuando la autoestima está dañada el sujeto no puede aceptarse y no consigue quererse tal como es. Tenderá también a tener un juicio muy severo sobre sí mismo, lo cual rebajará aún más su autoestima, fomentando de esta manera el círculo vicioso en el cual se encuentran muchas personas que sufren de este tipo de dificultades.

La autoestima se va formando poco a poco a lo largo de la vida y cada etapa del desarrollo aporta en mayor o menor grado experiencias y sentimientos que darán como resultado una sensación general de valía o de incapacidad. Este concepto es muy importante en el campo de la psicopedagogía, que considera la autoestima como la causa de las actitudes constructivas en los individuos, y no su consecuencia. Esto quiere decir que, si un alumno tiene buena autoestima, entonces podrá alcanzar buenos resultados académicos.¿Qué es la autoestima y cómo se forma?

El psicólogo Jean Piaget sostiene en su teoría sobre el desarrollo cognitivo infantil que el niño construye su realidad cuando interacciona con los objetos, es decir, aprende haciendo y luego conceptualiza. Esta es la manera más natural para aprender a través de la experiencia. Explorando el mundo adquirimos seguridad en nosotros mismos y desarrollamos una correcta autoestima, al ir superando las pequeñas dificultades.

La red social inicial es la familiar, al nacer dependemos de nuestros padres que nos dan protección, su comportamiento nos modela, es el primer lugar donde nos prestan atención y donde nos podemos sentir valiosos si somos mirados y reforzados. Ahí se inicia el camino para forjar una buena autoestima, luego se desarrolla con los amigos, pareja, compañeros de trabajo etc.

La autoestima es como un libro en blanco que es escrito a través de nuestras experiencias, por lo que está en constante cambio y muy influida por nuestras creencias, emociones y entorno. La autoestima alta es un objetivo deseado para muchas personas ansiosas y deprimidas.

En el caso de las personas que se encuentran deprimidas y con un arraigado sentimiento de incapacidad, están invalidadas por una visión rígida de la realidad y creencias negativas por lo que intentan resolver su problema de la misma forma una y otra vez, es decir, hacen más de lo mismo, repitiendo las mismas soluciones inútiles.

Los trastornos de la autoestima provienen de un trauma durante la constitución de una de esta fuentes (infancia, adolescencia). Cuanto más temprano es el trauma, más grave serán las consecuencias. Los traumas pueden ser provocados por exceso o por defecto, pueden ser repentinos y masivos, pero también pueden ser pequeños y acumulativos.

Se manifiestan a nivel emocional por una falta de confianza en sí mismo, sentimientos de inferioridad, un afecto depresivo (a menudo inconsciente), ciertas inhibiciones, y la comparación constante con los otros. En el campo corporal, se manifiestan ruidosamente en todos los trastornos alimentarios y de no aceptación del cuerpo –tan frecuentes hoy en día en occidente– tales como la anorexia, la bulimia, la vigorexia y las intervenciones de cirugía plástica.

Dado que los trastornos de la autoestima son particularmente dolorosos emocionalmente, a menudo son acompañados por comportamientos compensatorios que intentan reducir los sentimientos lacerantes de falta y fracaso. Todas las manifestaciones corporales que acabamos de mencionar son comportamientos compensatorios de una manera u otra. En el campo emocional, la compensación se manifiesta habitualmente con una máscara de superioridad evidente (o secreta), el desprecio por los otros, la acumulación de riquezas, una extrema competitividad, etc. Desafortunadamente, los esfuerzos compensatorios sólo funcionan de manera provisional y necesitan ser renovados constantemente para sostener el equilibrio frágil en el cual el individuo vive.

Los trastornos de la autoestima conllevan, también, como marca de indentidad, una necesidad bastante urgente e indiscriminada de gustar a los demás, lo que compromete seriamente la libertad del individuo. Sentir que uno debe gustar a todo el mundo todo el tiempo –o que uno debe gustar enormemente– no solamente está condenado al fracaso pero también hace que sea imposible ocuparse de uno mismo porque el sujeto se ocupa principalmente en lo que cree que son los deseos de los demás. La identidad auténtica del sujeto se convierte así en rehén de la necesidad de amoldarse a los deseos del otro, lo cual frecuentemente ocasiona un sentimiento de agotamiento crónico y falsedad.

Una tal precariedad emocional explica que estas personas son a menudo extremadamente sensibles a las reacciones de los demás, lo que a veces les beneficia, pero frecuentemente tienden a exagerar, sin darse cuenta, la importancia de lo que creen percibir en los demás. Naturalmente todo esto es una cuestión de medida: bien entendido, todos queremos gustar a los demás y todos hacemos ciertos esfuerzo de adaptación a los demás –de hecho, el buen funcionamiento de las relaciones personales y de la sociedad dependen de ello-. Pero las dificultades aparecen cuando esto se hace excesivo.

La baja autoestima está relacionada con una distorsión del pensamiento (forma inadecuada de pensar). Las personas con baja autoestima tienen una visión muy distorsionada de lo que son realmente. Además afecta a nuestras emociones, pensamientos y conducta, y lo hace en las dos direcciones, ya que los pensamientos y emociones, condicionados por nuestra baja autoestima, alimentan el bajo auto concepto.

  • Limita las experiencias nuevas: La baja autoestima se relaciona con nuestra capacidad para tener nuevas experiencias. Las personas con baja autoestima pueden tender a la conformidad. Por ello adquirir o incrementar la autoestima conduce a las personas a interesarse en nuevas actividades y aumentar las relaciones sociales y los nuevos contactos.
  • Condiciona nuestra responsabilidad: Otros aspecto que se relaciona con la baja autoestima es la capacidad que tenemos de hacernos responsables de objetivos o logros, tanto personales como profesionales. La procrastinación o postergación está muy relacionada con la baja autoestima. Las personas con buena autoestima son capaces de identificar objetivos y planificar un modo para alcanzarlos, en este sentido autoestima y autoeficacia están muy próximos.
  • Nos hace menos sociables: La baja autoestima nos hace menos sociales, en general tiende a convertirnos en personas mas introvertidas y con menor desarrollo de habilidades sociales.
  • Dificulta nuestras relaciones de pareja: La baja autoestima se relaciona por ejemplo con la dependencia emocional, facilitando que tengamos y aceptemos “relaciones tóxicas” para nosotros o nosotras, pero también con los “celos” injustificados o la falta de autocontrol.

La buena noticia es que la autoestima puede ser cambiada y mejorada: podemos hacer varias cosas para mejorar nuestra autoestima, como pensar en positivo, no generalizar a partir de experiencias negativas, centrarnos en nuestras características buenas, ser conscientes de nuestros logros, no compararse obsesivamente -¡¡ya que todos somos diferentes!!-, confiar en nosotros mismos y aceptarnos como somos, y, finalmente, esforzarnos para mejorar, intentando superarnos en aquellos aspectos de nosotros mismos en los que no estamos satisfechos.

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Federico Casado Reina, Psicólogo colegiado AN-07920. Especialista en Psicopatología y Salud. Tlf: 655 620 045

2 comentarios

  1. RAMON bullon

    Magnífico artículo. Claro, concreto y muy descriptivo. Que pena que en Lis centros escolares no exista una asignatura que trabaje en los jóvenes el desarrollo positivo de ls autoestima. Un país que fomenta y trabaja la autoestima de los jóvenes es un país que trabaja por su futuro.

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